El sargazo puede aprovecharse como fertilizante natural gracias a su riqueza en nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio. Para su uso efectivo, es crucial lavar el sargazo para eliminar la sal y luego compostarlo adecuadamente, mezclándolo con otros residuos orgánicos para estabilizar sus nutrientes y reducir el contenido salino. Este proceso no solo mejora la estructura y fertilidad del suelo, sino que también promueve una microbiota saludable. Sin embargo, es vital asegurarse de que el sargazo esté libre de contaminantes y cumplir con las regulaciones locales sobre su aplicación agrícola, asegurando así un uso seguro y beneficioso para la tierra.
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